Ya hemos hablado en un post anterior de la historia del portal de belén en España, cuando los franciscanos empiezan a montar estos escenarios durante el siglo XV en monasterios de toda la península Ibérica, aunque hasta el siglo XVIII no se popularizó como elemento navideño en los hogares españoles.

Sin embargo, los antiguos pueblos italianos ya conocían el belén muchos años antes. En concreto, desde el siglo XI. El pesebre –presepe, en italiano-, como se conoce al nacimiento en el país transalpino, hunde sus orígenes en la Iglesia de Santa María del Pesebre, en la que según fuentes documentales ya existía un primigenio belén en el año 1025.

Veamos un poco más sobre el pesebre napolitano, arte y tradición en el mundo del belenismo.

Orígenes del pesebre napolitano

Pese a esa primera referencia documental de 1025, no es hasta el siglo XIII cuando se puede hablar del verdadero origen del pesebre napolitano. En 1223, San Francisco de Asís preparó para la misa de Nochebuena una escenografía donde esbozaba los elementos básicos del belén, en una cueva de Greccio.

No obstante, es ya a partir del siglo XV cuando la práctica se generaliza y se empieza a configurar el auténtico pesebre napolitano. Los hermanos Alemanno -Giovanni y Pietro- pueden considerarse los primeros artesanos del belén, con la creación de 12 figuras de madera para la representación navideña de Nápoles en 1470. Hasta el siglo siguiente no surgen las figuras de barro cocido.

Detalle pesebre napolitano (Wikipedia)

Evolución y características del belén napolitano

La popularización del pesebre fue creciendo y extendiéndose a monasterios, iglesias y edificios de la Corte. En el siglo XVII, con la llegada del barroco, estos pesebres comenzaron a configurar ciertos elementos que se repetían en todos los rincones de Italia. Gracias a distintos trucos en su construcción, se creaban efectos y perspectivas que obligaban a los espectadores a desplazarse para ver la imagen del pesebre en su totalidad.

Además de la Sagrada Familia y otros elementos religiosos, los belenistas comenzaron a incluir aspectos de la vida cotidiana de la época. De esta forma, los escenarios se iban enriqueciendo con cuevas, montañas, ríos… y con elementos del entorno, como el Vesubio o el Golfo de Nápoles, que solían aparecer de fondo en las composiciones.

Como curiosidad, a diferencia del belén popular español, no suele representarse un paisaje de invierno, ni aparece el desierto o las típicas casas encaladas de la época. Más bien, en una época de fervor histórico, se suelen representar restos arquitectónicos de distintos períodos -incluso ruinas egipcias o romanas- y los típicos pueblos medievales de casas apiladas y calles en pendiente.

Ya en el siglo XIX tenemos una de las muestras más significativas del pesebre napolitano, con el Presepe Cuciniello -por su propietario, Michele Cuciniello-, realizado entre 1887 y 1889 y que se conserva en el Museo Nazionale di San Martino. Más de 800 piezas para el deleite de cualquier aficionado.

Il Presepe Cuciniello. Foto original: Lulupa (Wikipedia)

El pesebre napolitano en la actualidad

Actualmente, Nápoles sigue considerándose un verdadero paraíso para los amantes del belenismo. Miles de autobuses llenos de curiosos turistas llegan cada año desde finales de noviembre a la ciudad italiana buscando los cientos de pesebres que inundan las calles San Gregorio Armeno y Spaccanapoli, en unos talleres artesanos aún en pleno funcionamiento.

Il presepe napoletano es una grata mezcla de religiosidad y costumbre, de historia y tradición. Las representaciones suelen recoger los elementos tradicionales como el Nacimiento, los Reyes Magos o la Estrella de Oriente, junto con la recreación de la vida napolitana en el siglo XVIII: mercaderes, caballeros y cortesanos, gente jugando a las cartas… Sin duda, uno de los atractivos de la Navidad en Nápoles es disfrutar de una representación con gran riqueza histórica.

Y tú, ¿has estado alguna vez en Nápoles? ¿Has disfrutado de la rica y extensa tradición belenista de la ciudad?